¡Empatía por favor!

Qué pena que las cuerdas, al romperse violentamente, dejen también una herida en el alma. Qué tristeza ver como nuestra sociedad se fractura cada día un poquito más…

Yo no entendía de banderas, ni de fronteras. Yo entendía de personas. De corazones afines. Con costumbres propias y lenguas maternas. Presumía de sentirme ciudadana del mundo. Sin etiquetas.

Soy catalana, de nacimiento, de sentimiento y de corazón.  Aragonesa por parte de madre y vivencias de la infancia. Cordobesa por parte de padre. Mexicana en un rincón de mi alma. Y habitante de este mundo, por amor al viaje, al arte y a las personas.

Me inunda una gran tristeza. Siento cada día más tensión en esta cuerda. Siento como en cada uno, va floreciendo el monstruo. Se imponen los ingredientes de un silencio acallado. Florecen sentimientos latentes, emociones a flor de piel. Nos invade un sentimiento de impotencia, injusticia e incomprensión. Unos lo sentimos por devoción, otros por emoción, otros por detracción.

Nos están llevando al odio, sin escala de grises. O blanco, o negro. Conmigo, o contra mí. En mi mundo, o en el tuyo.

Creo que nuestro sistema ha fracasado. Las razones por las que existió están obsoletas. Nuestro mundo, es otro. Nuestras necesidades, otras. Nos incentivan a la participación y posteriormente nos la deniegan. Nos piden opinión y nos acallan. Nos piden paz y promovemos la violencia. ¿Qué mundo estamos creando para nuestros hijos?

Por responsabilidad hacia mi entorno y por devoción, llevo muchos años intentando crecer. Florecer. Sacar lo mejor de mí. Entender al ser humano. Traducir las emociones. Estudiar los patrones. Leer el lado oscuro. Caminar la senda del yoga. Cultivar la asertividad. Huir de la simpatía y fomentar la empatía.

Dícese de la Empatía, la habilidad para experimentar los sentimientos de otra persona. La empatía va más allá de la simpatía.  La empatía implica sentir lo que siente el otro, ponerse en su piel. Bien por experiencia propia, o bien porque podemos ponernos en la piel ajena.

¡¡¡EMPATÍA, POR FAVOR!!! Preguntémonos: ¿Qué necesita el otro? ¿Para qué lo necesita? ¿Qué está en mi mano, más allá de mi ego? Destrabemos nuestro lado oscuro por favor.  Cultivemos un poquito el alma. Contactemos con el propio dolor. Ese dolor que ha generado esos puntos de inflexión. Esa rigidez. Esa indiferencia hacia lo ajeno. Esa frontera entre lo mío y lo del otro. Y si alguien no puede, que abandone su silla de “dirigente”. Dejemos paso a corazones abiertos que realmente deseen un mundo mejor (más allá del propio YO).

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